cantábamos juntos una mañana.
Juntos, como nunca hemos estado.
Refugiados en mis oníricos pensamientos
nos vemos y nos sonreímos.
Tu mirada me enloquece por momentos,
tu rostro me hipnotiza de repente.
Hay una fiesta en el jardín del infinito
y me ayudas a preparar la mesa.
Debe ser sábado porque el cielo es hermoso,
aunque no tanto como tus ojos cambiantes de mil colores.
Y el solitario sol brilla en el cielo,
pero no tanto como tus cabellos.
Todo está listo y tomamos nuestras manos,
tu piel blanca y mi piel trigo contrastan.
El jardín con el verde más intenso
y el único testigo el astro rey en las alturas.
Nuestros labios se acercan y nuestros ojos se cierran...
Y al abrir los ojos todo ha desaparecido:
no hay jardines, ni sol, ni tú.
Solo una perpetua oscuridad,
solo un sabor amargo en mi paladar.
El verde más intenso reemplazado con la oscuridad perenne...
y tus labios reemplazados por mi almohada.
Anoche te ví en mis sueños,
cantábamos juntos una mañana.
Juntos, como nunca hemos estado...
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