Fué muy difícil admitirlo, pero uno es lo que es. He negado mi naturaleza, he permitido encerrar mis deseos en un cuarto oscuro durante mucho tiempo. Desde hacía mucho lo sospechaba, hubo varias señales relacionadas con esto. Desde niño, cuando prefería hacer cosas un poco diferentes a los demás chicos. Mi mente seguía creando historias, navegando en el universo de los sueños, viviendo en mundos fantásticos. Después ocurrió el colegio. Alguna vez dije en casa: "Quiero ser escritor" y lo tomaron como una locura pasajera, como algo de la edad que ya pasaría. Y entonces, sin previo aviso, una historia se me escapó de las manos y fue a parar a un concurso en mi pequeño pueblo. Y estuve entre los ganadores. Sin embargo, el fantasma de lo poco próspera que podría ser la vida de escritor flotaba sobre mi cabeza. Un buen día salí de mi pueblo y me fuí a Bogotá a estudiar en la universidad. Allí tuve contacto con otras cosas, algunas nuevas influencias rozaron mi mente y me llenaron c...
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas