Te miro y me pregunto por las noches la razón de haberte encontrado en mi camino. Eres la maldición , en realidad un problema serio. Sólo encuentro ahora refugio en el vino esperando mi llegada al cementerio. Tus ojos brillan como fugaces estrellas que de la noche han escapado para atacarme. Ellas distorsionan lo que conozco del mundo, y la felicidad que añoraba parece despreciarme cuando veo el porvenir que me aguarda, inmundo. La pesadilla que fue estar cerca de ti es la razón de que la muerte quiera contemplar. Tus labios me recuerdan los desvelos, tus ojos inquisidores me atacan sin cesar y solo puedo refugiarme en mis anhelos. Tus manos frías hacen recorrer la sensación de un temor en mi interior. Tu piel es la culpable de tejer los hilos de este destino traidor que mi desdicha me deja entrever.
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas