Una uva por la salud de mi familia, por la de mis amigos y la de mis allegados. La segunda porque sus comidas se mantengan abundantes, que su apetito se satisfaga. La tercera por las sonrisas y los buenos momentos, los que esperan en el año que viene. La cuarta es por los viajes, porque la maleta no se quede guardada en casa. La quinta por la buena suerte, que nos acompañe cada segundo del año. La sexta por la buena compañía, que nunca estemos solos. La séptima por la magia del mundo, porque siempre nos rodee con su aura. La octava por el amor, porque nuestros corazones estén llenos de él. La novena por tus sueños, para que todos se cumplan y se conviertan en realidad. La décima por mi país, para que las cosas mejoren y salgamos adelante. La undécima por las metas, para que lleguen a completarse y nos hagan más felices. Otra, la última para que el año que viene pueda verte al menos una vez.
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas