lleno de luciérnagas invisibles,
rodeado de anaranjados sueños,
de mariposas de oro rondando tus ojos
que se abren, como flores en primavera.
Tus pestañas,
como pétalos acariciados por el viento se mecen.
El día nos dice adiós
y mis ojos no quieren dejar de verte.
Temo a la oscuridad,
temo a que el sol no vuelva a asomarse por el horizonte,
temo a una noche perpetua,
a que la oscuridad nos cubra con su manto para siempre.
El sol se ha marchado,
el día ha terminado.
La luz aún nos acompaña,
pero no es la luna ni las estrellas quienes nos iluminan,
quienes nos brindan luz y mariposas de oro,
quienes nos ofrecen sueños y luciérnagas invisibles...
eres tú.
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