He arrojado una moneda, al final lo he dejado a la suerte. He permitido que la fortuna hable y que el caos me domine. Que la decisión que surja venga tan sorpresiva como la primera vez que te vi.
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas