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Colombia Soy

Soy las sinfonías nocturnas de la selva que lo envuelven todo.
Soy esa brisa marina que trae melodías de ballenas y olas con promesas.
Soy ese café de la montaña endulzado con panela y con tu voz.
Soy ese deseo que huele a orquídeas en tu cuello.
Soy un bosque color verde esmeralda, y una esmeralda color verde bosque.
Soy el sabor de la uchuva, el lulo, la guama, el borojó, el zapote.
Soy un frailejón danzando en los páramos bajo la lluvia.
Soy un ajiaco santafereño, una bandeja paisa, un pandebono valluno.
Soy una catedral en el corazón de la montaña que sabe a sudor y lágrimas.

Soy un oso de anteojos que no sabe leer.
Soy un amor en los tiempos del cólera.
Soy cien años en Macondo, rodeado de mariposas amarillas.
Soy poemas nocturnos, llegando directo al corazón.
Soy una trenza dejada como promesa de un amor eterno.
Soy el hijo ausente perdido en la tierra del olvido.
Soy unos pies descalzos recorriendo los caminos de la vida.
Soy una cucharita que se perdió en mi pueblo natal. Oiga, mire, vea.
Soy un cóndor herido sobre una casa en el aire.
Soy un mapalé en una rumba de la Veintidós.
Soy fuego en mis venas, voy vestido de cristal.
Soy una florecita rockera brotando de las acacias.
Soy un pantalón corto, una corbata a la moda, un sombrero encintado y una chupa de boda.

Soy un sombrero vueltiao, uno aguadeño, uno llanero.
Soy una camisa negra, una pollera colorá, una camisa rayá.
Soy un Calima, un Quimbaya, un Muisca,
un Embera, un Wayúu, un Guambiano.
Soy yagé, un trago de chicha, uno de chirrinchi.
Soy un aguardiente de caña, un ron de vinola, soy espumas que se van.
Soy la gloria inmarcesible, el júbilo inmortal.
Soy los mártires ofreciendo su vida por la libertad.
Soy un veinte de julio en Bogotá, un siete de agosto en Boyacá, un once de noviembre en Cartagena.
Soy un florero roto, un puente en un pantano, una ciudad amurallada.
Soy una figura de oro exhibida en un museo en España.
Soy un amanecer dorado, una noche azul, un atardecer rojo.
Soy ocho letras formando paraísos.
Soy esto y mucho más.  
Colombia soy.   

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Dorado

El océano dorado me acompaña inunda mi retina y llega a mi mente. Dorado, el sol como un rey se asoma. Dorado como tu alma, como el brillo de tus ojos mirando al cielo. En este atardecer que baña todo con el oro tus ojos se convierten en faros de mi corazón, y tu sonrisa como barrotes dorados  que encierran tu dulce voz para que no escape, para que no embruje el universo como lo has hecho con mi alma. Déjame ser como el dorado, brillante, esplendoroso, imponente. Como las luciérnagas que en medio del ocaso  nos escriben algo a lo lejos, algo que, quizás, no sea un adiós. 

129

Detrás de los espejos rotos, detrás de ellos escucho tu voz. Esa melodía que me guía entre fragmentos, que me lleva a través de episodios muertos, de momentos que son imágenes del pasado. Recuerdos deformados por el lente de los años que no dejan lugar al sentido común.

130

Ella se desvanecía en el alba, se diluía entre los instantes, como quien nunca hubiera estado ahí, como si su existencia fuese un capricho de mi mente, como si sus latidos solo fueran el tictac de un reloj que me recuerda que el tiempo sigue su continuo paso.