Mirar caminando al reloj tan despacio como si no quisiera llegar a su destino. La una y recuerdo una persona, alguien en mi pasado, que como los segundos se convirtió en pasado, se transformó en ayer. Las dos y somos dos juntos aquella tarde, rodeados de lluvia, que como el agua, se escapó de nuestras manos y se marchó al olvido. Las tres y son tres los besos que nos dimos antes de enredarnos para siempre, uno en el tiempo del otro, que se pierde en el viento como tu aliento mientras me hablas. Las cuatro y ahora son cuatro las velas que te rodean, las que ahora me acompañan y las que te dicen adiós en medio de la noche perenne. Las cinco y sigo allí, pensando en que en el futuro ya no existirás, que nuestro tiempo juntos no resultó ser más que el fragmento de una ilusión hecha momento. Las seis y el sol nace de nuevo, vuelve a aparecer por el horizonte pero tú ya no estás allí para ver otro amanecer. Y sin ti, otro día más pierde su sentido.
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas