Dibujé en una gota tu rostro y la dejé caer sobre la ciudad, la convertí en un océano. Una lágrima convertida en lluvia y en una excusa para inundar los recuerdos.
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas