Cuando éramos niños nuestro patio era nuestro campo de batalla. Nuestros juguetes eran nuestros soldados, eran nuestros héroes y villanos. Cualquier experiencia era inolvidable, cualquier historia irrepetible, digna de ser contada a las demás generaciones. Cada juguete nuevo era un tesoro, el especial del que jamás nos olvidaríamos... jamás lo haríamos. Cuando éramos niños nuestras peleas terminaban en abrazos, en reconciliaciones especiales. Cuando fuimos niños creíamos que podríamos hacer cualquier cosa, conseguir todo lo que queríamos. Qué tontos fuimos cuando éramos niños. Qué felices fuimos cuando éramos niños.
Pertenecemos a nuestros actos, a nuestros días, a nuestros sueños. Mis ideas siempre han sido como un montón de moscas viajando de un lado para otro, en desorden. Es hora de encender una luz para atraerlas a todas