como un remolino de viento que me enceguece.
Tus labios, como las montañas que me esconden la tierra prometida,
como la puerta a la tentación
entreabierta, mostrándome los placeres del mundo.
Tus cabellos son como los hilos de los que está hecha mi alma,
la materia prima de los sueños.
Tu cuerpo, como las ondulantes aguas tranquilas de un lago,
como una nube arrastrada por el viento,
irreal, etérea, moviéndote como mis fantasías.
Tu voz es un rayo que me golpea sin tregua,
me aturde y me arroja lejos de mi cordura.
Si susurras, me arrastra la marea de mis anhelos,
si me hablas, me fulminan los rayos de mis deseos.
Con solo verte mi cuerpo se sacude,
se convierte en un volcán de sueños.
Mi mente se transforma en un huracán de ideas,
de deseos, de anhelos y fantasías.
Cuando la tormenta termina
me encuentro nuevamente aturdido, desorientado.
Al abrir mis ojos me doy cuenta de que te has marchado.
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