Ir al contenido principal

Naturaleza


Tus ojos son como una canción que nunca escuché,
como un remolino de viento que me enceguece.
Tus labios, como las montañas que me esconden la tierra prometida,
como la puerta a la tentación
entreabierta, mostrándome los placeres del mundo.

Tus cabellos son como los hilos de los que está hecha mi alma,
la materia prima de los sueños.
Tu cuerpo, como las ondulantes aguas tranquilas de un lago,
como una nube arrastrada por el viento,
irreal, etérea, moviéndote como mis fantasías.

Tu voz es un rayo que me golpea sin tregua,
me aturde y me arroja lejos de mi cordura.
Si susurras, me arrastra la marea de mis anhelos,
si me hablas, me fulminan los rayos de mis deseos.

Con solo verte mi cuerpo se sacude,
se convierte en un volcán de sueños.
Mi mente se transforma en un huracán de ideas,
de deseos, de anhelos y fantasías.
Cuando la tormenta termina
me encuentro nuevamente aturdido, desorientado.
Al abrir mis ojos me doy cuenta de que te has marchado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dorado

El océano dorado me acompaña inunda mi retina y llega a mi mente. Dorado, el sol como un rey se asoma. Dorado como tu alma, como el brillo de tus ojos mirando al cielo. En este atardecer que baña todo con el oro tus ojos se convierten en faros de mi corazón, y tu sonrisa como barrotes dorados  que encierran tu dulce voz para que no escape, para que no embruje el universo como lo has hecho con mi alma. Déjame ser como el dorado, brillante, esplendoroso, imponente. Como las luciérnagas que en medio del ocaso  nos escriben algo a lo lejos, algo que, quizás, no sea un adiós. 

Colombia Soy

Soy las sinfonías nocturnas de la selva que lo envuelven todo. Soy esa brisa marina que trae melodías de ballenas y olas con promesas. Soy ese café de la montaña endulzado con panela y con tu voz. Soy ese deseo que huele a orquídeas en tu cuello. Soy un bosque color verde esmeralda, y una esmeralda color verde bosque. Soy el sabor de la uchuva, el lulo, la guama, el borojó, el zapote. Soy un frailejón danzando en los páramos bajo la lluvia. Soy un ajiaco santafereño, una bandeja paisa, un pandebono valluno. Soy una catedral en el corazón de la montaña que sabe a sudor y lágrimas. Soy un oso de anteojos que no sabe leer. Soy un amor en los tiempos del cólera. Soy cien años en Macondo, rodeado de mariposas amarillas. Soy poemas nocturnos, llegando directo al corazón. Soy una trenza dejada como promesa de un amor eterno. Soy el hijo ausente perdido en la tierra del olvido. Soy unos pies descalzos recorriendo los caminos de la vida. Soy una cucharita que se perdió en mi pueblo ...

129

Detrás de los espejos rotos, detrás de ellos escucho tu voz. Esa melodía que me guía entre fragmentos, que me lleva a través de episodios muertos, de momentos que son imágenes del pasado. Recuerdos deformados por el lente de los años que no dejan lugar al sentido común.