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Carta para cuando estemos viejos


Hace tiempo que mis manos tiemblan presurosas
como si del destino que nadie escapa tuviera miedo,
un destino del que nadie ha podido escapar.
Mi piel ahora parece un negativo del cielo
y hasta agónico se escucha mi respirar.

Mis ojos llenos de nubes se encuentran,
no me dejan ver muy bien lo que tanto amé.
Tiemblas como yo y espero que sea de amor,
de todo aquello que de jóven me enamoré
y de lo que aún está lleno mi corazón.

Mis cabellos y los tuyos son ya blancos
como si el tiempo se hubiera llevado sus vivos colores.
Aún recuerdo tu sonrisa dorada
y las peleas que terminaban en amores
terminaban en los brazos de mi amada.

Ya somos viejos y el tiempo que nos queda es corto
pero nos tenemos el uno al otro para siempre,
recordando todo lo que de jóvenes hicimos,
rememorando viejos recuerdos hasta la muerte,
hablando de la vida: la tuya, la mía, la que vivimos.



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