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Cómo me encanta tu cabello sobre la almohada, como un río oscuro donde deseo que naufraguen mis dedos. Cómo me encanta tu sonrisa y esa mirada que me vuelve loco Y que desata las pasiones en medio de esta noche primaveral.

Mi bella ciudad confederada

A esta, mi tierra del alma en la que crecí y en la que marcadas están mis huellas y en la que los recuerdos de risas y de noches van grabados. A esta, que le debo el primer aire que respiré y que tiene ese aroma a frutas y a ilusiones. Esta, mi tierra de verdes campos donde un tambor resuena entre montañas, una gema incrustada entre el Valle, bañada por las vigorosas aguas del Cauca... Mi ciudad que también carga una cruz. Mi bella ciudad confederada, déjame suspirar por ti en la distancia que a donde voy tu recuerdo me acompaña, que tu embrujo me envuelve y me hechiza para volver una vez más.

126

He arrojado una moneda, al final lo he dejado a la suerte. He permitido que la fortuna hable y que el caos me domine. Que la decisión que surja venga tan sorpresiva como la primera vez que te vi.

125

Cuando los hombres ciegos nos guían y los textos escritos rigen nuestra existencia, cuando las ideas nos separan y las respuestas nos limitan. Cuando el mundo no era lo que pensabas y la libertad solo es una palabra bonita escrita en la esquina de un sucio billete.

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No le digas a nadie que cuando las luces se marchan nos convertimos en duendes, en seres de la noche de cuerpos grisáseos que saltan entre las estrellas y aparecen tras la niebla. Que ríen en la oscuridad. No le digas a nadie que antes de que salga el sol nuestra crisálida se abre, y aparecemos renovados tras la noche, y nuevamente tenemos este cuerpo mortal al que afectan los segundos y esperamos la noche para metamorfosearnos de nuevo.

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Ven conmigo a escribir sobre un lienzo de arco iris, solos tú y yo robándole el alma a sus colores. Un abrazo es lo único que necesitamos para que el caos se desate. Sueña conmigo una vez más y la próxima vez arrástrame a la realidad a tu lado.

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¡Vamos a ver arder la luna! Antes del baile entre ángeles y arañas. Veamos nacer un fénix púrpura entre las cenizas de las noches de otoño y los fuegos matinales del sol que nos contempla desde su trono y nos cuenta historias de décadas pasadas.