Ir al contenido principal

Pienso en ella

Pienso en ella
mientras miro a través de la ventana,
mientras las gotas se deslizan sobre ella,
mientras la lluvia empapa todo allí fuera.

Pienso en ella
cuando el reflejo sobre las manecillas del reloj me enceguecen,
cuando la noche se rompe en mil pedazos y nace el día,
cuando el sol cae sobre mi rostro, inclemente.

Pienso en ella
después de una larga serenata de grillos y de hojas,
después de un largo día lleno ruido y bullicio,
después de una noche de susurros y murmullos.

pienso en ella
y no dejo de pensar en ella.
mis segundos y mi respiración se van en ello,
los latidos de mi corazón y mis suspiros,
en medio de la lluvia, del día soleado, de la cálida noche.
Pienso en ella
y no puedo dejar de pensar en ella.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Diálogo de Besugos

Una expresión muy utilizada para refererirse a conversaciones sin sentido, donde las palabras salen un poco por inercia, pero sin reflejar absolutamente nada. He tenido cientos de estas conversaciones. Muchas las he iniciado yo, algunas las ha iniciado alguien más. No había conocido esa expresión hasta hace poco. Un besugo es un pez que vive en el Mar Cantábrico, así que podría justificar el no haber conocido aquella expresión. Me he imaginado a dos besugos frente a frente, tratando de mirarse y moviendo sus bocas, conversando animadamente: -¿Qué piensas? -Nada del otro mundo. -Bien. -¿Te parece? -Mmm, a ratos. -¿Sí? -Podría ser. -Mmm, entiendo. -Esas cosas pasan. -¿Cuáles? -Estar pensando en nada del otro mundo. Bueno, no es una imagen muy interesante... ver dos peces hablando de cosas sin mucho sentido. Hay un momento que me incomoda, me fastidia un montón, y es aquel en el que el silencio se convierte en el rey del lugar. Ahí es cuando salta el besugo que habita en mí, cuando me sal

Mi bella ciudad confederada

A esta, mi tierra del alma en la que crecí y en la que marcadas están mis huellas y en la que los recuerdos de risas y de noches van grabados. A esta, que le debo el primer aire que respiré y que tiene ese aroma a frutas y a ilusiones. Esta, mi tierra de verdes campos donde un tambor resuena entre montañas, una gema incrustada entre el Valle, bañada por las vigorosas aguas del Cauca... Mi ciudad que también carga una cruz. Mi bella ciudad confederada, déjame suspirar por ti en la distancia que a donde voy tu recuerdo me acompaña, que tu embrujo me envuelve y me hechiza para volver una vez más.

Carta para cuando estemos viejos

Hace tiempo que mis manos tiemblan presurosas como si del destino que nadie escapa tuviera miedo, un destino del que nadie ha podido escapar. Mi piel ahora parece un negativo del cielo y hasta agónico se escucha mi respirar. Mis ojos llenos de nubes se encuentran, no me dejan ver muy bien lo que tanto amé. Tiemblas como yo y espero que sea de amor, de todo aquello que de jóven me enamoré y de lo que aún está lleno mi corazón. Mis cabellos y los tuyos son ya blancos como si el tiempo se hubiera llevado sus vivos colores. Aún recuerdo tu sonrisa dorada y las peleas que terminaban en amores terminaban en los brazos de mi amada. Ya somos viejos y el tiempo que nos queda es corto pero nos tenemos el uno al otro para siempre, recordando todo lo que de jóvenes hicimos, rememorando viejos recuerdos hasta la muerte, hablando de la vida: la tuya, la mía, la que vivimos.