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Entradas

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No le digas a nadie que cuando las luces se marchan nos convertimos en duendes, en seres de la noche de cuerpos grisáseos que saltan entre las estrellas y aparecen tras la niebla. Que ríen en la oscuridad. No le digas a nadie que antes de que salga el sol nuestra crisálida se abre, y aparecemos renovados tras la noche, y nuevamente tenemos este cuerpo mortal al que afectan los segundos y esperamos la noche para metamorfosearnos de nuevo.

123

Ven conmigo a escribir sobre un lienzo de arco iris, solos tú y yo robándole el alma a sus colores. Un abrazo es lo único que necesitamos para que el caos se desate. Sueña conmigo una vez más y la próxima vez arrástrame a la realidad a tu lado.

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¡Vamos a ver arder la luna! Antes del baile entre ángeles y arañas. Veamos nacer un fénix púrpura entre las cenizas de las noches de otoño y los fuegos matinales del sol que nos contempla desde su trono y nos cuenta historias de décadas pasadas.

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Entre la noche de trémulas estrellas, la geografía de pieles erizadas. Un momento, simplemente un momento, el presente reflejado en tus pupilas y constelaciones agitándose humedecidas con el rocío y con la pasión del instante. Mis dedos han salido a pasear sobre tu piel.

120

A veces soy solo el poco de aire que queda al final de una frase, el último latido antes de quedarte dormida, el eco de un suspiro perdido entre murmullos, la última gota que queda en el vaso, el último paso antes de cambiar de rumbo. A veces soy solo aquello que queda, como una sombra en el último instante de un atardecer estando presente ese último momento antes de que todo desaparezca.

119

Ella, que pertenece a las horas del ayer, en sus ojos se refleja un deseo ya expirado y en sus labios solo queda el rancio sabor de los besos, de esos que pertenecen a un día antes de separarnos, de esos que recuerdan lo lejos que está el pasado y lo cerca que se encuentra nuestra tumba. Hoy quiero mirarte como eras antes, solo por un instante... Que las manecillas retrocedan sus caminos y que nuestras almas olviden las heridas y dejen para el futuro el desengaño.

118

¡Cuánto daría por un día en mi pasado! Despertarme en la cama de mi niñez y abrazar a mis abuelos, salir a correr con mis amigos de infancia y verme reflejado en las aguas del ayer, lejos de estas sábanas enfermas y de estos soles grises que solo iluminan mi amnesia y arrastran mi tiempo moribundo hacia su tumba.