Arde, ciudad de papel.
Quema tus puertas de tinta,
las palabras que adornaron tus muros.
Que las llamas lo alcancen todo.
Que borren todo tu esplendor,
que destruyan toda evidencia.
Ciudad próspera hecha de ilusiones,
de promesas y de sueños.
Tus murallas reducidas a cenizas.
Que no quede nada,
que solo se vea una columna de humo a lo lejos,
que solo queden vestigios de tu existencia.
Esta noche
he decidido destruir esta ciudad,
hecha con sus cartas y sus fotos.
He decidido condenarla a morir incinerada.
Todos los sueños gritando desde sus ventanas,
toda ilusión convirtiéndose en cenizas.
Esta noche es el final.
Los pilares de esta ciudad no quedarán en pie.
El olvido se llevará los restos,
el silencio lo inundará todo.
Arde, ciudad de papel.
Olvida las frases inolvidables,
llévate su perfume muy lejos.
Una expresión muy utilizada para refererirse a conversaciones sin sentido, donde las palabras salen un poco por inercia, pero sin reflejar absolutamente nada. He tenido cientos de estas conversaciones. Muchas las he iniciado yo, algunas las ha iniciado alguien más. No había conocido esa expresión hasta hace poco. Un besugo es un pez que vive en el Mar Cantábrico, así que podría justificar el no haber conocido aquella expresión. Me he imaginado a dos besugos frente a frente, tratando de mirarse y moviendo sus bocas, conversando animadamente: -¿Qué piensas? -Nada del otro mundo. -Bien. -¿Te parece? -Mmm, a ratos. -¿Sí? -Podría ser. -Mmm, entiendo. -Esas cosas pasan. -¿Cuáles? -Estar pensando en nada del otro mundo. Bueno, no es una imagen muy interesante... ver dos peces hablando de cosas sin mucho sentido. Hay un momento que me incomoda, me fastidia un montón, y es aquel en el que el silencio se convierte en el rey del lugar. Ahí es cuando salta el besugo que habita en mí, cuando me sal
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