cuando las manecillas se alzan jubilosas.
Tan cerca que parecen ser una,
una en un instante.
Tu voz tiñe el aire de belleza
como la primera vez que la escuché.
Tu aliento embriagador me atrapa,
es una telaraña del tiempo.
Miro tus ojos...
El fin del mundo se vislumbra en ellos.
El calor me alcanza mientras huyo,
mientras mi existencia trata de escapar
sin moverse un ápice de mi lugar.
Vemos
el pasado y el futuro como una sola cosa,
una en un instante.
Esta noche nos encontramos de pie,
uno frente al otro,
como manecillas de nuestro destino.
Al final de la noche
los demonios regresan a sus cajas.
El frío me recuerda su existencia,
el viento me susurra incoherencias.
Y estás allí, conmigo,
manteniendo tu preciosa sonrisa,
una en un instante.
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