Si las palabras no encienden,
no son lo suficientemente seductoras.
Si las miradas no acarician,
no están siendo tan dicientes.
Entre las pieles, los deseos no se improvisan,
solo se sienten, se recorren.
Una alquimia perfecta entre tu miel y mi saliva,
sueños expuestos en tu geografía y mis palabras.
Fragmentos de lirios convertidos en deseo.
cabellos enredados en mis dedos,
perfumes embriagando voluntades,
deseos poseyendo nuestros cuerpos.
Una última explosión, un epílogo.
Gritos, sudor, esplendor.
Caricias, el diluvio finaliza,
y ahora sólo existimos entre tu piel y mi piel.
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