Soy el cocodrilo,
en órbita de tus lunares.
El que te reclama con canciones,
el que te pide sólo un beso
antes de marcharte,
para guardarlo en una urna de cristal.
Debajo de la tierra
con tus viejas gafas negras
y tus tacones nuevos.
Los mismos que, por una eternidad de siete días,
arañaron el pantano
que aprendió tu nombre.
Almuédano
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