No sé cuándo ocurrieron estas cosas.
Cuándo tus manos se alejaron de las mías.
Cuando el susurro que manaba de tus labios,
que llenaba mis oídos de letanías
embriagaba mi ser con desagravios.
Triste y solo la orilla del camino aprecio
y mirando por los atardeceres de sangre,
ver tus labios pintados en el cielo.
Puedo sentir el latido de tu carne
mientras me sigo arrastrando por el suelo.
Eres una princesa sin reino para regir
con sólo un bufón a tu disposición.
Sin castillos y sin sueños que tejer
pero tampoco deseas oir la canción
que te toco y con la que te deseo entretener.
Princesa de un mundo que otros abandonaron,
solo queda este fiel servidor a tus pies.
En este castillo lleno de silencio y soledad,
la puerta abierta y espero que la despedida me des
porque este hombre te dice adiós y empieza a marchar.
Comentarios
Publicar un comentario