Me gusta contemplarte.
Ver tus ojos, tus labios.
Sentir tu respiración
y los latidos de tu corazón.
Me gusta recordar tu sonrisa,
aquella que me acompaña en mi mente.
Me gusta pensar en tu rostro,
siempre en armonía,
como las notas de una deliciosa melodía.
Ocurriste justo cuando debías hacerlo.
En el momento indicado,
en el minuto señalado por las arenas del reloj.
Sucediste en el lugar exacto,
en donde el mapa mostraba como el sitio apropiado.
Todo fue perfecto...
ojalá me hubiese ocurrido a mí.
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