Camino entre el humo y los vapores,
entre los alientos cercanos,
en el erotismo del momento,
entre aquel oscilante deseo.
Florece la memoria en un segundo:
aquellos aires con aroma a recuerdos,
aquel minuto visto entre la niebla.
Sueños hilados entre los ires del destino,
tejidos con las agujas de un reloj mudo.
El futuro como un océano profundo
cuyas aguas embisten o acarician
en su oleaje de obvia incertidumbre.
Ya no hay más sueños cuando solo flotas,
cuando solo habitas entre las aguas de la inconsciencia,
entre un brindis tras otro y otro más,
entre miradas sórdidas en medio de una ruleta,
entre extrañas distorsiones de lo visto y lo no visto
y un suspiro que rebota entre recuerdos
y se escapa entre las paredes muertas de la conciencia.
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