Ir al contenido principal

Las Horas

Mirar caminando al reloj tan despacio como si no quisiera llegar a su destino.
La una y recuerdo una persona, alguien en mi pasado,
que como los segundos se convirtió en pasado, se transformó en ayer.

Las dos y somos dos juntos aquella tarde, rodeados de lluvia,
que como el agua, se escapó de nuestras manos y se marchó al olvido.

Las tres y son tres los besos que nos dimos antes de enredarnos para siempre, uno en el tiempo del otro,
que se pierde en el viento como tu aliento mientras me hablas.

Las cuatro y ahora son cuatro las velas que te rodean,
las que ahora me acompañan y las que te dicen adiós en medio de la noche perenne.

Las cinco y sigo allí, pensando en que en el futuro ya no existirás,
que nuestro tiempo juntos no resultó ser más que el fragmento de una ilusión hecha momento.

Las seis y el sol nace de nuevo, vuelve a aparecer por el horizonte
pero tú ya no estás allí para ver otro amanecer. Y sin ti, otro día más pierde su sentido.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dorado

El océano dorado me acompaña inunda mi retina y llega a mi mente. Dorado, el sol como un rey se asoma. Dorado como tu alma, como el brillo de tus ojos mirando al cielo. En este atardecer que baña todo con el oro tus ojos se convierten en faros de mi corazón, y tu sonrisa como barrotes dorados  que encierran tu dulce voz para que no escape, para que no embruje el universo como lo has hecho con mi alma. Déjame ser como el dorado, brillante, esplendoroso, imponente. Como las luciérnagas que en medio del ocaso  nos escriben algo a lo lejos, algo que, quizás, no sea un adiós. 

129

Detrás de los espejos rotos, detrás de ellos escucho tu voz. Esa melodía que me guía entre fragmentos, que me lleva a través de episodios muertos, de momentos que son imágenes del pasado. Recuerdos deformados por el lente de los años que no dejan lugar al sentido común.

130

Ella se desvanecía en el alba, se diluía entre los instantes, como quien nunca hubiera estado ahí, como si su existencia fuese un capricho de mi mente, como si sus latidos solo fueran el tictac de un reloj que me recuerda que el tiempo sigue su continuo paso.