Y mientras los pétalos de las margaritas caen por montones a mis pies,
asfixiando mis esperanzas, tentando a la incertidumbre,
yo me pierdo entre sus cabellos como si fuera un laberinto.
Un largo laberinto.
Me quiere mucho, poco, nada.
Mientras repito la salmodia que encierra mis ilusiones,
torpemente mis recuerdos se aglomeran en mi memoria
y me hundo más profundo en el océano de sus ojos.
Un profundo océano.
Me quiere mucho...
Los sueños encerrados en los pétalos de una margarita.
Me quiere poco...
Pienso en ella y su recuerdo se plasma en el reverso de mis ojos.
Me quiere nada...
Y otra margarita cae a mis pies.
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