Ir al contenido principal

Carta a mi Padre


Hola.
Me he preguntado si estarías orgulloso de mí. Si lo que he hecho, si mis acciones te harían sentir orgulloso.
Han pasado muchas cosas desde que te marchaste. Los años han transcurrido como gotas cayendo de un grifo que no se ha cerrado completamente, dejando escapar la vida en gotas que van dejando una sensación de pequeñas cosas que pasan, de cosas que cambian.
Han sido años difíciles desde que te marchaste, muchas cosas han visto la luz. Me habría encantado que conocieras a los nuevos integrantes de la familia, ellos crecen sin haber sabido cómo eras ni cómo era tu timbre de voz. Nunca escucharán tus expresiones ni te reirás con ellos.
Aquí igual continuamos esta eterna lucha por vivir, aunque no es tan eterna. Te habría gustado estar en el matrimonio de mi hermana y entregarla nuevamente en el altar. Esa labor la realicé yo en esta ocasión en representación tuya.
La familia está bien, aunque no importa cuánto tiempo pase, todos te extrañamos mucho, sobre todo mi mamá, quien se quedó con una cama muy grande para ella sola desde que partiste.
Como viste, mi hermana regresó al pueblo, y en cambio yo me marché del país, buscando nuevos rumbos. Si algo he sabido, es que nuestros caminos son siempre distintos, pero tu legado siempre nos acompaña.
Te habrían gustado un montón de películas que han salido durante todo este tiempo. Te habrían encantado tantas cosas. Me imagino que no te habrías llevado bien con los teléfonos móviles. Mi mamá no se lleva bien con ellos.
Te habría encantado el océano, la fuerza del agua impactando contra las rocas,el sonido arrullador, lo inmenso, lo absoluto de sus aguas. Mi mamá y mi hermana también pasaron por allí pero no conmigo. Recuerdo los planes que teníamos de ir todos juntos.
También me gradué en dos mil cuatro y me corté el cabello al año siguiente. No sé si te agradaría lo que ha sido de mi vida. He conocido algunos otros países y muchos de los amigos que he conseguido con el tiempo me han acogido con una amabilidad impresionante.
Me pregunto cómo sería tu aspecto si siguieras con nosotros, si tendrías el cabello aún más blanco o si tus pasos se habrían hecho más lentos. Al final de tu vida no fue fácil entenderme, porque para aquellas épocas ni siquiera yo me entendía. El mundo que nos rodea nos exige aún más y más, mientras el grifo sigue goteando constantemente.
Te imaginé en mi graduación acompañando a mi madre. Me pregunto qué pensarías de mí ahora, qué consejo me darías y si creerías que estoy haciendo lo correcto. Siempre hemos sido creativos, eso nos has dejado también y aún nos acompaña.
Te marchaste con tanta prisa, que aún me pregunto por qué fue tan sorpresivo todo esto. Un día nos acompañaste tranquilamente y después estabas marchándote para siempre. Estoy seguro que te hubiera encantado acompañarnos aún más tiempo, aunque la historia sería distinta entonces porque mi hermana probablemente no hubiera regresado al pueblo a cuidar a mamá.
Serían las cosas distintas. Me pregunto dónde estaría yo, quizás estuviera un poco más cerca de todos para estas épocas. Este año hay dos sillas vacías para estas festividades: la tuya que nadie jamás podrá nadie ocupar, y la mía, lejos como me encuentro de casa por estas épocas, siguiendo la larga espera por acompañarte.
Mi familia, contenta por estas épocas aunque extrañándote. Supongo que de vez en cuando te asomas para ver cómo estamos.
Me pregunto qué pensarías de mí, si te sentirías orgulloso. Yo te sigo extrañando mucho.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Dorado

El océano dorado me acompaña inunda mi retina y llega a mi mente. Dorado, el sol como un rey se asoma. Dorado como tu alma, como el brillo de tus ojos mirando al cielo. En este atardecer que baña todo con el oro tus ojos se convierten en faros de mi corazón, y tu sonrisa como barrotes dorados  que encierran tu dulce voz para que no escape, para que no embruje el universo como lo has hecho con mi alma. Déjame ser como el dorado, brillante, esplendoroso, imponente. Como las luciérnagas que en medio del ocaso  nos escriben algo a lo lejos, algo que, quizás, no sea un adiós. 

129

Detrás de los espejos rotos, detrás de ellos escucho tu voz. Esa melodía que me guía entre fragmentos, que me lleva a través de episodios muertos, de momentos que son imágenes del pasado. Recuerdos deformados por el lente de los años que no dejan lugar al sentido común.

130

Ella se desvanecía en el alba, se diluía entre los instantes, como quien nunca hubiera estado ahí, como si su existencia fuese un capricho de mi mente, como si sus latidos solo fueran el tictac de un reloj que me recuerda que el tiempo sigue su continuo paso.