olvidar tu rostro y tu figura.
Tu sonrisa tan traviesa me provoca,
tu mirada toda llena de dulzura
me antojan y sugieren besar esa boca.
Tu piel blanca como la nieve
y el río de petróleo de tus cabellos
que como una cascada sobre tus hombros descienden.
Yo desearía enredarme por siempre en ellos
y olvidarme del mundo que me pretende.
Eres una rosa blanca con pétalos de luz
que ilumina todo a su alrededor.
No te busco, pero hallarte es imposible.
Me confieso como el eterno adorador
de esa energía que te rodea, intangible
y que mi corazón carga como una cruz.
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